Una pandemia que acaba con todo, menos con los privilegios de los que más tienen.
El Gobierno dio a conocer hace más de dos semanas que el pasado día 9 de diciembre se emitiría un decreto paralizando los desahucios sin alternativa habitacional para las familias vulnerables mientras durara el Estado de Alarma. Hoy, a día 15, los desahucios siguen produciéndose y no hay ni decreto que los impida ni un horizonte definido de que tal decreto se emita siquiera.
Desconocemos en qué país reside ahora mismo el Gobierno. En el que vivimos nosotras y la amplísima mayoría de la población, nos encontramos en medio de una pandemia global, probablemente a punto de entrar en una tercera ola de contagios, y en ciernes de una crisis económica de dimensiones comparables a la de 2008. Es inconcebible que el Gobierno permita que coincidan con estas circunstancias más de 200 desahucios de familias diarios.
El propio Gobierno lo ha transmitido repetidas veces: nuestro hogar es el mejor refugio frente a la pandemia. ¿Cómo se nos puede invitar a permanecer en casa, amenazándonos a la vez con perderla, si no es desde el cinismo más insoportable?
Por si no fuera suficiente, leemos la noticia estos días que el principal obstáculo a que se detenga de una vez esta sangría de desahucios son los mismos fondos especulativos que se han hecho de oro encareciendo los alquileres de las familias. Resulta inverosímil que, mientras que la población tiene que hacer frente a todas las fatigas imaginables, no se frenen los desahucios porque se negocia cómo compensar a los mismos responsables de la situación límite que vivimos.
El sedicente gobierno más progresista de la historia tiene que elegir ya mismo entre la especulación y la vida de su gente: o los beneficios de los grandes propietarios o el derecho a techo. No hay más tiempo.
Sindicato de Inquilinas, Coordinadora de Vivienda de Madrid y Bloques en Lucha