Hay que decirlo alto y claro: #ElRentismoEsRacismo. Varios estudios sobre discriminación racial lo demuestran: en 2020, el 75% de los hogares de extranjeros no comunitarios vivían de alquiler frente al 11.1% de la población española. Un 31% de las personas migrantes sufrieron discriminación en el acceso a la vivienda ese año: a un 17,7% le negaron enseñársela, a un 20,8% no quisieron alquilársela y a un 20,1% le pidieron más requisitos de los habituales. Más allá de los datos, sabemos que el racismo inmobiliario existe y nos atraviesa porque lo vemos día a día en nuestras asambleas: en las nefastas condiciones de habitabilidad, en el hacinamiento de las viviendas, en los testimonios de amenazas y abusos racistas que escuchamos cada viernes.
La falta de control sobre nuestras viviendas nos afecta a todas, nos empobrece y nos somete a un estado de inestabilidad constante. Pero es innegable que esto no nos ocurre de la misma forma a todas las inquilinas. Las personas racializadas y migrantes extracomunitarias vivimos la violencia del racismo inmobiliario de mil formas diferentes. No somos casos aislados, nuestras experiencias dejan en evidencia que el racismo estructural e institucional tiene un impacto directo en nuestra posibilidad de tener un hogar donde poder vivir la vida digna que queremos y merecemos.
Por todo ello, es esencial que el antirracismo sea un pilar central en nuestra lucha como Sindicato. No queremos que se hable de rentismo sin hablar de racismo. Luchamos por el derecho a la vivienda para todas y ahí estamos también todas aquellas a las que el racismo y la Ley de Extranjería nos relega a los márgenes. Llevamos más de un año trabajando en la estrategia antirracista del Sindicato y ya estamos empezando a ponerla en marcha para organizarnos alrededor de esta realidad entre todas. Si a ti también te apetece unirte a este trabajo, escríbenos, ¡contamos contigo!