La vivienda se ha convertido en el medio de enriquecimiento de unos pocos a costa del empobrecimiento de las inquilinas. El alquiler nos asfixia económicamente, nos impide tener un hogar estable y seguro, se lleva por delante nuestras vidas y nuestra salud mental. Pero se acabó normalizar esta situación: hemos decidido unirnos para cambiar el sistema rentista. El pasado 13 de octubre dejamos claro que estamos hartas del rentismo y de los políticos y gobiernos que los sostienen. No vamos a esperar más.
No vamos a pagar quinientos euros por una habitación de mierda. No vamos a marcharnos de casa porque quieran hacer pisos turísticos o porque un fondo buitre haya comprado nuestro bloque. No vamos a aceptar cláusulas abusivas, vivir con moho ni tolerar que no reparen la caldera. No vamos a aceptar más abusos.
El pago de nuestras rentas sostiene el sistema rentista cada mes. Si nos organizamos, tenemos el poder para paralizar este sistema y forzar a los rentistas a negociar directamente con nosotras. Desde el Sindicato hemos utilizado durante estos años distintas estrategias de presión basadas en la acción colectiva, la denuncia pública, el control sobre nuestra vivienda o la ofensiva judicial que han conseguido ganar conflictos, logrando paralizar expulsiones y renovar contratos, eliminar cláusulas abusivas o devolver fianzas injustamente retenidas. Ahora vamos un paso más allá. Vamos a utilizar nuestra herramienta más poderosa: la retención de la renta. Y por supuesto, vamos a bajar los alquileres.
La huelga de alquileres consiste en dejar de pagar las rentas como medida de presión, como último paso en un conflicto donde también utilizamos el resto de herramientas sindicales de presión. Existen diferentes estrategias huelguistas adaptadas a las características de cada conflicto (por ejemplo, según el tipo de rentista, el número de inquilinas involucradas, el objetivo que se quiere conseguir, etc). Algunos ejemplos son los siguientes:
- Dejar de pagar la renta hasta conseguir el cumplimiento de las obligaciones de mantenimiento y habitabilidad. Por ejemplo, para que se repare la caldera, el moho, el ascensor, etc.
- Dejar de pagar parte de la renta asociada a cláusulas abusivas en el contrato. Estas cláusulas suelen ser utilizadas por rentistas profesionales como fondos buitre o grandes inmobiliarias, para subirnos el precio del alquiler.
- Negarse a pagar una subida abusiva tras el fin del contrato, pagando el precio anterior. En este caso, sería una huelga parcial.
- Negarse a abandonar la casa tras el fin del contrato porque no nos quieren renovar. En este caso, estamos impidiendo que el casero pueda subir el precio de la vivienda, ya que nos echa para obtener más rentas.
- Huelga de alquiler a un rentista multiarrendador: dejar de pagar colectivamente la renta a un multiarrendador concreto, para conseguir una bajada de precio u otra necesidad.
- Autorreducción del precio de nuestro alquiler, dejando de pagar parte de la renta, dentro de una campaña colectiva con gran acumulación de fuerzas.
La retención de las rentas y la permanencia en nuestras casas son herramientas para conseguir poder de negociación. Cada vez más inquilinas deciden plantarse ante los abusos de sus caseros y comenzar a organizar la huelga en sus comunidades (como el caso de las inquilinas del fondo Nestar, y de las de La Caixa, que han dejado de pagar parte de su renta por considerarla abusiva). Además, miles de inquilinas están quedándose en sus casas negándose a la expulsión ordenada por su casero (como es el caso de los bloques en Tribulete, General Lacy o San Ildefonso y numerosos casos de inquilinas individuales)., La desobediencia inquilina ha comenzado, y ya no tenemos miedo a nuestros caseros: se acabó hacer negocio con nuestras casas. Sabemos que la organización y la acción colectiva es lo único que puede conseguir cambios reales.
Cada tipo de huelga y desobediencia concreta tiene sus dinámicas, riesgos y acciones específicas, pero todas comparten el mismo propósito: cuestionar el sistema rentista, acumular poder inquilino y presionar colectivamente para lograr mejoras. Cada huelga es un paso hacia nuestro objetivo final: una huelga general de alquileres que ponga en jaque al sistema rentista. Huelga general de alquiler, en la cual una gran mayoría social dejemos de pagar completamente las rentas.
La legitimidad de las huelgas no depende solo de su base legal, sino sobre todo de su apoyo social y político. Por ello, vamos a seguir extendiendo la desobediencia inquilina bloque a bloque, barrio a barrio, brigada a brigada. Porque sabemos que el poder está en nuestras manos. Si una inquilina se rebela sola, tiene un problema. Si miles de inquilinas nos organizamos, el problema lo tienen los caseros.
¡A por la huelga de alquileres!
¿Quieres unirte?
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- Participa en una asamblea de los nodos territoriales.