El pasado mes de febrero de 2021 daba comienzo el conflicto entre Caixabank y una treintena de familias de Pinto y Vallecas que, hartas de un diálogo inerte con el banco, decidieron acudir al Sindicato de Inquilinas y poner una demanda colectiva.
Caixabank había elegido el peor momento, plena pandemia, para aplicar las peores prácticas a sus inquilinas: negativa a conceder las prórrogas obligatorias, subidas abusivas de los alquileres, cláusulas ilegales en sus contratos de alquiler y otras que desaparecían en la firma de renovaciones, como la opción a compra con tasaciones VPO.
Las vecinas iniciaban así un proceso de lucha con la demanda colectiva que continúa hoy con los primeros #nosquedamos del grupo. #nosquedamos es la estrategia del Sindicato de Inquilinas para ganar poder de negociación y que consiste en permanecer en los hogares una vez vencido el contrato de alquiler para continuar el diálogo con la propiedad.
La receta del sindicalismo social es colectivizar el problema y hacerse fuertes juntas. De otra forma, las vecinas que no se organizan, sufren la presión del banco solas y acaban abandonando sus hogares para inflar el número de desahucios invisibles en la Comunidad de Madrid y resto de España.
Desde el Sindicato de Inquilinas señalamos que el de estas familias no es un caso aislado y que ya se han denunciado situaciones muy similares en Mataró, Bustarviejo u Hospitalet de Llobregat. Después de utilizar durante años la marca de su “obra social” como reclamo para las familias más vulnerables, La Caixa empezó a librarse de ellas en cuanto el mercado inmobiliario comenzó a mostrar signos de recuperación, con el fin de obtener una mayor rentabilidad de sus propiedades.
Cabe destacar que, tras la absorción de Bankia el pasado año, Caixabank se ha convertido en “el mayor casero” de España, con más de 25.000 viviendas en alquiler, sólo superada por el fondo buitre Blackstone, que controla unas 40.000 a través de las diferentes sociedades con las que opera en España.